martes, 30 de noviembre de 2010

No se como empezar...claramente

Bueno vamos a ver que sale.
No tengo la mas minima idea de como se usa esto, que seguramente debe ser una re pelotudez. Siempre quise hacerme un blog y nunca supe que poner. Y ahora lo tengo y lo voy a estrenar publicando en internet el trabajo que me dijeron que iban a publicar y nunca vi en ningun lado.
Asi que, por mis propios medios lo subo. Sin titulo, sin volanta y sin ni todas esas coas que me piden siempre y que no se hacer. (No tengo tildes en esta pc). Aca va entonces, algo sobre la Iglesia de San Patricio.

De un blanco perla son las paredes que encierran, por dentro, a la iglesia de San Patricio. Sencillas, con apenas 6 imágenes de santos a cada lado y una cruz que descansa al final del pasillo tras el altar. Una estructura casi monótona para la mirada de quien no sabe la historia que ocultan los muros de la congregación, ubicada en la calle Estomba 1942.
  En un cuarto dentro de la iglesia y lejos de los ojos curiosos, se encuentra la prueba de los asesinatos de los sacerdotes Pedro Duffau, Alfredo Leaden y Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, llevados a cabo la madrugada del 4 de julio de 1976 durante la última dictadura militar.
   Una alfombra rojo carmín, que hace 34 años se encontraba en el primer piso de la iglesia, se convirtió en una ventana al pasado que todos los días trae a quien la mire los nombres de los cinco mártires palotinos. Sobre el tapete murieron los tres sacerdotes y los dos seminaristas. Quedó agujereada por las balas que los mataron y con manchas de sangre que aun hoy, no desaparecen.
  El padre Alfredo Kelly era quien hablaba en voz alta, en sus misas ante 500 fieles, sobre lo que estaba sucediendo en el país: la desaparición de las personas. En su diario dejó escrito, una semana antes del asesinato, que tenía miedo de que algo le pasara, que lo mataran.
  A Kelly fue a quien fueron a buscar esa noche y con él, se llevaron a todos los miembros de la comunidad.
  La iglesia de San patricio se levanta en la esquina de las calles Estomba y Echeverría, imponente con sus paredes de ladrillo oscuro. En el sector izquierdo descansa el hoy conocido como Rincón de los Cinco, donde hay placas como recuerdo de lo que sucedió. Y, sobre una de ellas, se alcanza a leer una breve frase que dice: “Que este monumento sea un símbolo de perdón, memoria y unidad, por todas las víctimas de la violencia en esos años aciagos de nuestra patria”.